domingo, 9 de enero de 2011

EL YOGA DE LA MEDITACIÓN


Parte II

EL YOGA DEL BHAGAVADGITA

Continuación

La verdad triunfa y solo ella puede triunfar. Ninguna otra cosa va a triunfar. Lo que todo el tiempo triunfa es la verdad. Un día u otro la falsedad tiene que ser subyugada. Las afirmaciones de la voluntad del individuo no son la verdad. La verdad es algo diferente, y la voluntad del individuo es inhábil para comprender o entender esto. El individuo tiene una noción errada sobre la verdad, que se conoce como avidya. Esa es la ignorancia de la cual habla la gente a través de todos los tipos de filosofía. Esa avidya son ataduras, la fuente de las ataduras es la ignorancia. Se nos dice esto una y otra vez. ¿Qué es este avidya que ata? Esa ignorancia o avidya no es otra cosa que la inhabilidad de la voluntad del individuo para entender que sus afirmaciones no son verdaderas. La verdad es algo completamente diferente e inaccesible a los instrumentos disponibles a la voluntad del individuo y, por tanto, la voluntad del individuo siempre está hundida en dolor y pesadumbre. No tiene forma de acercarse a la verdad tal como es y en consecuencia, la ignorancia se toma por conocimiento, lo cual se tiene como el solo valor disponible y concebible. La razón por la cual la voluntad del individuo o Sankalpa causa atadura es porque se ha disociado de lo real, lo cual es la misma verdad. Verdad y Realidad son lo mismo. De hecho, las afirmaciones de la voluntad del individuo no funcionan, no puede haber ninguna función del individuo a menos que exista esta disociación de la verdad. El objeto de la vida es la verdad a la cual nos referimos aquí como distinta de las afirmaciones de la voluntad del individuo. Este es el Satya proclamado por los Vedas, es aquello que se afirma a sí mismo enérgicamente en cada rincón de la creación y en cada suceso que ocurre en cualquier parte y en cualquier momento, y la voluntad individual luchará duro para repeler la entrada de la naturaleza de esa verdad, la cual también persiste por ganar una entrada en cada rincón de la creación. Este es el Mahabarata o el Ramayana de la existencia cósmica. Es la épica de la creación, el Devasura-Sangrama, como se nos ha dicho, la lucha entre los Devas y los Asuras, acerca de lo cual se ha escrito mucho en las epopeyas de la humanidad, la batalla entre la verdad y la falsedad, la guerra perpetua entre la Voluntad Divina y la voluntad individual. La voluntad del individuo no puede tener éxito porque no es la verdad, y por lo tanto es castigada con el renacimiento, una serie de re-encarnaciones, una y otra vez. En el evangelio del Bhagavadgita, Bhagavan Sri Krishna nos enseña una técnica por la cual las raíces de esta voluntad individual se pueden cortar.

Este es el Yoga del Bhagavadgita, el arte de interrumpir en la raíz las afirmaciones de la voluntad del individuo o sankalpa, con el objeto de convertirse en un Yoga-Arudha, que no es otra cosa que el establecimiento de uno mismo en el estado de Voluntad Divina.

La necesidad de la renuncia a las afirmaciones de la voluntad individual surge debido a que estas afirmaciones son irreconciliables con las demandas de la Voluntad Divina. Este es el punto comprendido en el enunciado, Sarva-sankalpa-sannyasi Yogarudhstadochyate.

Sarva-Sankalpa-Sannyasa es el abandono de las afirmaciones de la voluntad individual, cualesquiera que ellas sean. La irreconciabilidad entre las afirmaciones del individuo y el modelo de la Voluntad Divina, es algo que la voluntad del individuo en su presente condición no puede entender apropiadamente, porque el reino de lo Divino, lo Universal, está por fuera de la percepción del individuo, y por esta razón surge la ocasión de cometer el error, por el cual cree que su afirmación es la realidad total.

El dolor que sigue como consecuencia de estas afirmaciones se intenta evitar mediante unos medios realmente inaplicables al propósito. Esa es la razón tras el fracaso a través del proceso de la historia humana de todos los esfuerzos de la humanidad por encontrar la paz en el mundo. Nuestros esfuerzos tal vez sean genuinamente motivados, pero son mal aplicados. El instrumento de nuestro esfuerzo es inadecuado al propósito, porque la tarea a realizar parece ser tan grande, que aún la más elevada dote del individuo humano, la facultad racional, falla en llegar al ideal, y como quiera que cada esfuerzo del hombre es el resultado de la aplicación de su voluntad y razón, las cuales están muy apartadas del propósito, obviamente hay un fracaso en el logro del fin último. El éxito como se espera que nos llegue, no llega. Desde tiempos inmemoriales ha habido una lucha y un esfuerzo persistentes por la realización de un fin que todavía no llega cerca de nosotros. Parece alejarse de nosotros como el horizonte. Entre más cerca parece que llegamos a él, más alejado está. La voluntad individual no puede entender la causa tras este fracaso porque tiene el egoísmo, aquel sentimiento inflexible debido al cual equivoca sus esfuerzos creyendo que lo ha considerado todo y que es completamente capaz, cuando en realidad hay un defecto cualitativo en la naturaleza del esfuerzo de la voluntad humana por cuenta del cual, ésta no toca siquiera el borde del Divino Propósito. La práctica del Yoga especialmente como es presentada en el Capítulo Sexto del Bhagavadgita, con el cual tocamos ahora, es un empeño señero. En los diferentes versos de este capítulo del Gita se nos explican en forma práctica las diferentes etapas por las cuales se efectúa una transformación interior cualitativa de la voluntad del individuo con el propósito de armonizarla con los designios de la Voluntad Divina, la cual es el significado esencial del Yoga. El Yoga del Bhagavadgita, el Yoga de la meditación, Dhyana, es la armonización cualitativa interior de la esencia del individuo con la esencia del cosmos. No solo es el contacto de una cosa con otra, de la mente humana con la Mente Divina, como si fueran esencialmente diferentes, sino una compenetración de propósito en unión de intención y calidad.

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