lunes, 3 de diciembre de 2012

CONFUSIÓN ENTRE EL SER Y EL NO-SER

Hay una cuarta razón: el giro de la rueda de las gunas de prakriti. Prakriti es el nombre que le damos a la raíz de toda sustancia, la cual está constituida por las propiedades llamadas sattva, rajas y tamas. Sattva es transparencia, pureza y balance de fuerzas. Rajas es distracción, división y bifurcación de una cosa de otra. Tamas es inercia, ni luz ni actividad. Esos son los tres modos de prakriti, y nuestras experiencias no son otra cosa que nuestra unión con esos modos. Estamos embotados cuando en nosotros opera tamas, estamos afligidos cuando funciona rajas, y estamos felices cuando sattva es preponderante. Solo podemos ser felices cuando sattva está ascendiendo y no en otro caso. Y no podemos ser felices siempre, porque sattva no va a ascender en todo momento. La rueda de prakriti en su girar nunca se detiene. Ocasionalmente sattva se levanta, y luego desciende. Cuando asciende nos sentimos felices, y cuando desciende somos infelices. En una rueda que gira, ningún rayo puede quedar quieto o estar siempre en la misma posición. Por tanto, la felicidad en este mundo no es permanente; viene y se va. Este mundo, así constituido física y psicológicamente, es fuente de dolor para la mente que discierne. Aun el gozo transitorio del mundo, es el resultado de una liberación de la tensión biológica, una excitación de los nervios, y una ilusión de la mente ignorante.


También confundimos el no Ser con el Ser, serio error que cometemos a diario. Cuando amamos algo, trasladamos el Ser al no-ser, e infundimos al no-ser, los caracteres del Ser. El Ser es aquel que conoce, ve y experimenta; es la conciencia en nosotros. Aquello que es visto o experimentado, y aquello que consideramos un objeto, es el no-ser. El objeto es no-ser porque no tiene consciencia. Que un ser como el hombre tenga consciencia, no es argumento contra el hecho de que su cuerpo sea un objeto, porque lo que se ve es la forma y no la consciencia.

‘La objetividad’ en las cosas es lo que las hace objetos. No son los objetos los que conocen el mundo; es la conciencia ininterrumpida la que lo conoce. No es el mundo el que siente el mundo, sino el sujeto conocedor. La conciencia se da cuenta de la presencia de un objeto, por una actividad misteriosa que se lleva a cabo psicológicamente. Por ejemplo, ¿cómo se hace uno consciente de una montaña? Este simple fenómeno es un poco difícil de entender, aunque ocurre casi todos los días. La montaña, que está en frente, no entra en los ojos o la mente de quien la percibe. Está lejos y, sin embargo, la mente parece ser consciente de su existencia. Los ojos no se ponen en contacto con el objeto; el objeto no toca físicamente al sujeto. ¿Cómo, entonces, el sujeto conoce el objeto? Uno puede decir que los rayos de luz que emanan del objeto, afectan la retina del sujeto, y éste puede así conocer el objeto. Pero ni el objeto ni los rayos de luz tienen consciencia, y una actividad inerte no puede producir un efecto consciente. Entonces, ¿cómo puede conocerse un objeto? El secreto de la relación entre el sujeto y el objeto parece estar oculto tras su forma exterior. Son los sentidos los que nos dicen que hemos conocido el objeto gracias a los rayos de luz. Los ojos por sí solos no pueden ver, y los rayos de luz por sí solos no pueden revelar el objeto. Los rayos de luz pueden estar ahí, así mismo el objeto, pero si la mente está en otro lugar, uno no puede ver el objeto. Parece que en la percepción es necesario algo más que los factores instrumentales. Aquí juega un papel importante la mente. Ahora bien, ¿la mente es una sustancia, un objeto? ¿O es inteligente? Lo mínimo que puede esperarse en la percepción es inteligencia. Podemos suponer que la mente es inteligente, como podemos decir que un espejo brilla. Así como no el espejo realmente no brilla, la mente no es inteligencia. Así como es la luz la que brilla, y no el espejo, es una consciencia transcendente la que ilumina la mente. No es fácil entender la naturaleza de esta consciencia, puesto que es ella misma la que entiende. ¿Quién puede explicar aquello que está detrás de toda explicación? Es el conocimiento detrás del entendimiento. ¿Quién entiende el entendimiento? Es la misteriosa realidad que está en nosotros, por la cual conocemos todo, pero que no puede ser conocida por nadie. Esta inteligencia o consciencia, actúa en la mente como la luz en el espejo. La mente se refleja ella misma en el objeto, así como el reflejo de un espejo puede iluminar una pared. El objeto es localizado por la actividad de la mente y la inteligencia que hay en ella percibe el objeto. La inteligencia no actúa directamente, sino que se enfoca a través de un medio, que es la mente. Un rayo de inteligencia pasa a través el lente de la mente y confronta el objeto. La inteligencia contempla el objeto mediante la instrumento de la mente.

Tomado de "EL SISTEMA YOGA"