domingo, 6 de febrero de 2011

EL YOGA DE LA MEDITACIÓN

Parte II

El Yoga de Bhagavadgita

En los buscadores del Yoga siempre hay una tendencia a sobre entusiasmarse. Quieren a Dios y nada más. 'No necesito el mundo'. Son declaraciones típicas que proclaman en su fervor inicial. Es maravilloso amar solo a Dios y necesitar solo de Dios; pero antes de tratar de conocer el método de contactar a Dios, y de esperar que Él sea el único objetivo y propósito de la vida, se debe conocer qué es Dios. Cuando mentes inmaduras y sin la debida educación conciben a Dios como el ideal de la vida, y en un entusiasmo o ebullición de devoción se concentran en ese ideal imaginado, es probable que piensen en Dios como un ser transcendente, privado de relevancia en las realidades inmediatas de la vida. Entonces sienten la punzada de esas realidades del reino en el cual están localizados en el momento presente. Enseguida aparece una dificultad inconcebible: puede haber una sublevación del cuerpo físico, del organismo vital, de los sentidos y de las varias proclividades de la mente. La sublevación del cuerpo puede conducir a enfermedades de diferente tipo; la sublevación del organismo vital puede conducir a condiciones neuróticas y complejos de varios tipos, tal y como los describen los psicoanalistas: tristeza, actitud melancólica, rostro huraño y una suerte de profunda pena interior, que es lo opuesto de lo que se espera de un buscador espiritual.

En cada etapa de la práctica del Yoga se espera de parte del buscador una positividad de intención e inclinación. Debe haber en el rostro del buscador visible deleite, satisfacción, alegría, así sea en menor grado, pero no melancolía. Las dificultades mencionadas por Patanjali son los obstáculos en Yoga. No son indicaciones de éxito, sino problemas para ser resueltos. Estos obstáculos nos salen al encuentro por causa de haber perdido nosotros el punto debido a una extrema emoción. No podemos atrapar a Dios solo como Ser transcendente; debemos armonizarnos con Él en Su omnipresencia. Esta es una admonición muy significativa del Bhagavadgita. Debe conocerse a Dios en Su realidad, y no en ninguna forma imaginaria que la mente es proclive a levantar como definición teórica. La armonía la dieta, etc., mencionadas en el Bhagavadgita, significan la necesidad de un equilibrio en la práctica del Yoga. Es esencial para un buscador saber dónde está. Debemos conocer nuestras fortalezas así como nuestras debilidades. No debemos ni sobre estimarnos, ni subestimarnos, es decir, debemos ser honestos y sinceros con nuestro verdadero Ser en todos sus grados de expresión.

La práctica del Yoga no es una demostración que se hace ante los demás. Es un acercamiento interior hacia la Realidad Última, y una entrega de sí mismo al Ser Omnisciente, y por tanto, aquí es necesario ser totalmente desapasionado. No se acepta ningún tipo de hipocresía. Ahora bien, uno puede ser hipócrita a sabiendas o a veces sin saberlo. Debido a la ignorancia preponderante en nosotros puede que imaginemos que somos algo que realmente no somos. Por supuesto que muchas veces no podemos desechar ese equívoco, pero otras veces podemos ser deliberadamente hipócritas. Esto ciertamente es desafortunado, puesto que engañarse a sí mismo es quizá el más grande de los males posibles. Por esta razón, antes de entrar a la senda del Yoga uno debe valorarse apropiadamente, tal como un contador lo hace para una empresa al no dejar pasar por alto el menor detalle, y conocer simultáneamente las fortalezas y debilidades de las cuentas. Debemos elaborar el balance contable de nuestra personalidad psicológica para saber dónde estamos en determinado momento. Debemos saber que cuando caminamos en el reino del Yoga estamos ante la presencia de Dios mismo. Ya nunca seremos solo unos seres sociales. Aun el primer paso en Yoga es una entrada en el reino espiritual.

Solo la aspiración de trasegar el camino del Yoga trasciende el reino del aprendizaje ordinario, aún del aprendizaje de los Vedas, ya que la vida espiritual significa entrar en una nueva clase de vida que es muy diferente del modo usual del pensamiento en sociedad, y también diferente del punto de vista de la propia personalidad individual. Así, hay que resaltar en este contexto que no se debe ser muy entusiasta acerca de la realización de Dios, a menos que tengamos claridad, en especial, sobre la estructura de nuestras propias mentes y debilidades. La debilidad del órgano psicológico es tan importante como la aspiración de la mente por Dios, porque los defectos de nuestra personalidad son ciertos movimientos erróneos de la mente. Estos movimientos deben corregirse mediante técnicas inteligentes. De nada sirve solamente cerrar los ojos ante estas debilidades, porque algún día pueden levantarse como impetuosos tornados y atacar repentinamente. Cualquier día una pequeña debilidad puede asumir un enorme tamaño, como una montaña, si se descuida por largo tiempo y, por tanto, ni la más pequeña debilidad puede ignorarse, y uno debe ser muy honesto en su evaluación. Claro que esto no significa que ustedes tengan que pregonar sus flaquezas en público o en los periódicos. Pueden llevar un diario íntimo donde anoten cuáles son sus debilidades que no pueden ser compatibles con la vida espiritual. Estas deben superarse con un esfuerzo tremendo mediante el camino medio, sin ejercer mayor énfasis en ningún extremo. Ustedes no pueden suprimir sus mentes solo porque tengan una debilidad. La debilidad es una clase de enfermedad, y ustedes no pueden suprimir la enfermedad. Deben curar la enfermedad con inteligencia por medio de la meditación.

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