sábado, 19 de febrero de 2011

EL YOGA DE LA MEDITACIÓN


Parte II

El Yoga del Bhagavadgita

Continuación

Con mente confiada y constante, con voluntad determinada y cuidadoso entendimiento, uno debe aplicarse a la tarea de controlar la mente con el propósito de establecerse en el Ser, y deberá ser tan paciente como quien va a vaciar el océano con una hoja de pasto. Puede parecer prácticamente imposible pero un día, tal vez, pueda ser posible. La dificultad de la práctica surge por la avidez de la mente en adherirse a sus nociones presentes y formas de pensar en términos de los objetos de los sentidos y relación con la sociedad, etc., y tratar de aplicar dichas reglas y leyes de percepción física y social al reino espiritual donde prevalece una ley completamente nueva. La ley espiritual es cualitativamente diferente de la ley social y física y, por tanto, nuestras tradiciones que son aplicables, valiosas y altamente significativas en la sociedad humana, puede que no tengan ningún significado para la vida espiritual. Por esta razón existe la necesidad de entrar en un nuevo tipo de evaluaciones de la vida. Cuando entre a la senda espiritual usted debe casi 'nacer de nuevo'; usted debe 'renacer', tal como nos lo dicen con frecuencia los grandes maestros. A menos que renazcamos, no hay esperanza. Renacer significa una transformación total del organismo, que incluye las nociones de la mente y la forma misma de pensar; una reorientación de la estructura psíquica con el propósito de armonizarse con las leyes de la vida espiritual. Este es el significado profundo de la expresiva sentencia del Bhagavadgita:

Yada viniyatam chittam atmany eva’vatishthate;
Nihsprihah sarvakmebhyo yukta ity-uchyate tada.


La mente se libera espontáneamente de todos los deseos por los objetos de los sentidos, y como cosa natural, sin un esfuerzo especial de parte nuestra, tal como se despierta de un sueño, hay una espontánea retirada de la mente de todo lo que se estaba viendo. Ese es el aspecto positivo de auto-control, el cual traerá frutos deliciosos y libertad interior de conflictos y tensiones de toda clase. De hecho, la prueba de éxito en el Yoga es la medida de la libertad que uno siente interiormente, la fortaleza que se experimenta interiormente, y la felicidad que se manifiesta desde lo hondo de uno mismo, sin ninguna presión especial por obtener las cosas desde fuera. Nada podría haber sucedido fuera, pero interiormente todo ha cambiado. La alegría reflejada en el rostro de una persona y el positivismo que caracteriza su personalidad son la indicación del porcentaje de éxito logrado en la práctica del Yoga.
La retención de la mente en la naturaleza del Ser o Atman, lo cual es el tema principal de discusión en la sección Dhyanayoga del Bhagavadgita, es la esencia de toda la enseñanza, y resume la verdadera esencia y significado del propósito de la vida para toda la humanidad. El equilibrio preponderante en la relación de la mente y el Ser, es el estado de Yoga, y ese estado debe ser alcanzado mediante esfuerzos que deben desarrollarse muy despacio y gradualmente, pulgada a pulgada, por así decirlo, sin equivocar un solo paso en el movimiento de ascenso, porque equivocar cualquier paso, precederá la caída. La dificultad en esta práctica realmente es el contexto de la prolija enseñanza de diez y ocho capítulos que es el Bhagavadgita, y en cierta forma podemos decir que los diez y ocho capítulos son los diez y ocho pasos de la práctica. Puesto que nada puede ser más difícil que este intento del alma por unirse con el Divino Propósito del universo, se nos pide ir muy despacio y con mucha cautela:

Sanaih-sanair uparamed buddhya dhritigrihitaya;
Atmasamstham manah kritva na kinchid api chintayet.
Yato-yato nischarati manas chanchalam asthiram;
Tatas tato niyamyai’tad atmanyeva vasam nayet.


Esta es la instrucción de la verdadera práctica. Usted debe ejercer control sobre la mente, sin que ésta sienta que se está ejerciendo presión alguna. Esa es la técnica del proceso educacional en cualquier campo de la vida. La mente debe ser capacitada para florecer en una experiencia superior de manera espontánea y automática, sin presionarla en la práctica mediante ninguna clase de dolor o aflicción. En tanto más sea usted hábil en introducir el principio de satisfacción en la práctica, mayor será la probabilidad de un logro temprano, porque cualquier castigo infligido a la mente puede ser un factor causante de rechazo por parte de ésta. De aquí que aunque debe existir ardor intenso por el propósito de la práctica, no debe haber sobre entusiasmo. Esto quiere decir que no debemos sobrestimar nuestras fuerzas. Sin duda Dios está tras nosotros y es la más grande ayuda en este esfuerzo del alma por el Logro Supremo, pero la forma como actúa Dios es un misterio en sí misma, y puesto que este misterio no puede ser entendido, uno debe moverse solo en proporción a su entendimiento de este misterio, y cuando el misterio permanece como objeto de la ignorancia de uno, no puede prestar ayuda consciente.
Entendimiento y sentimiento se unen en la práctica. Hay un gradual acercamiento de estas dos funciones. Mientras que en las etapas iniciales el entendimiento puede predominar sobre los sentimientos, y el sentimiento puede estar en el fondo, de tal manera que uno puede tener la impresión de que el corazón no está cooperando con el entendimiento, con asidua constancia en la práctica uno es capaz de unirlos, hasta que no permanezcan como dos facultades, sino como una fuerza enfocada de conocimiento intuitivo. De hecho, la intuición no es otra cosa que la unión del entendimiento con el sentimiento. En la percepción humana normal permanecen separados. Cabeza y corazón no siempre van juntos, pero se vuelven uno cuando se abre el tercer ojo, como se dice, y entonces los ojos físicos no son ya más necesarios para la visión de perfección. Para este logro, la práctica debe ser muy gradual, en el sentido de que uno debe observar la extensión de la realidad presente en las diferentes etapas del propio ascenso; y la cosa más importante para recordar durante la práctica, es ser honesto con la etapa particular en la cual uno se encuentra en determinado momento del tiempo. Uno no debe imaginar equivocadamente que está en un grado más alto del que realmente está. La mente puede forzarse a una condición imaginaria de falsa realización, y uno puede estar equivocado en este concepto.

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