jueves, 2 de febrero de 2017

¿Dónde yace en verdad nuestra dicha?

Nos hemos reunido aquí para ejercitar nuestras mentes hacia la verdadera felicidad. ¿Dónde yace en verdad nuestra dicha? ¿Dónde nos convertimos en personas completas? Estos son días en los que la gente está intensamente consciente del entorno del mundo. El entorno es muy importante. La vasta atmósfera a nuestro alrededor es el entorno. No sólo el entorno nos influencia minuto a minuto, todos los días, sino que, en un análisis cuidadoso, comprenderemos que somos inseparables del mismo.
El entorno del que se habla es una clase de sociedad exterior a nosotros. Sabemos muy bien hasta qué punto toda persona depende de la compañía humana externa y de la asociación con la naturaleza — el aire que respiramos, el agua que bebemos y la luz solar que disfrutamos. No es sólo esto. Hay secretos mayores que nunca aparecen ante nuestros ojos — concretamente, la cuestión de nuestra misma existencia.

¿Existimos? Si es cierto que existimos, ¿dónde existimos? “¿De dónde venimos?” Preguntamos generalmente a una persona. La gente dice que viene de Delhi, de Kanyakumari, de Japón, de Inglaterra, de América, pero cualquiera sea el lugar de dónde venga, equivale a decir que viene de la superficie de la tierra. Nos estamos moviendo en la superficie de la tierra. En verdad, no hay países; ellos no existen en absoluto. Son sólo demarcaciones conceptuales de la mente humana a los fines de una conveniencia administrativa. Los países no existen. Sólo existe la superficie de la tierra.

El lenguaje que hablamos, el cual condiciona inmensamente nuestra formación cultural, se agrega a la dificultad de nuestra incapacidad para comprender que somos ciudadanos de este planeta tierra. No sólo está la cuestión de nacionalidades y países sino que nos aferramos incluso a una comunidad, una aldea o un distrito, e imaginamos que estamos confinados a esa ubicación en particular.

La mente tiene una predilección por disfrutar de limitaciones de su propio ser, reduciéndose cada vez más a un muy limitado capullo de individualidad parcial, de modo que este pequeñito niño del llamado “yo” dentro de uno se siente inmensamente feliz dentro de la tortuosa celda de su propio encierro corporal.

El entorno del que estamos hablando es externo a nosotros desde un punto de vista, pero inseparable de nosotros desde otro punto de vista. Mientras esta tierra es un gran planeta, en cuya superficie nos arrastramos como insectos, por decirlo, es también un miembro de la familia más grande del sistema planetario, el cual está regido por el gran padre de todo el sistema, la llamada operación solar.
Nuestra familia se extiende a través de galaxias enteras, que son las fuentes originales de los diferentes sistemas solares. Las fuerzas magnéticas que de forma indivisa penetran la atmósfera entera, tomando a veces la forma de lo que generalmente la gente llama rayos cósmicos — que en verdad no son rayos sino energías magnéticas fluyendo en el espacio exterior — se solidifican en las formas visibles de la existencia corporal de los seres humanos, los árboles, las montañas y la misma tierra.

El análisis cosmológico, incluso en un nivel puramente empírico, establece el hecho de que la vibración del espacio creó un movimiento que llamamos actividad del aire penetrando la superficie de la tierra. La fricción causada por este movimiento continuo del principio del aire creó el calor que llamamos fuego. Una condensación mayor de la densidad de estas fuerzas, desde la actividad del espacio, se convirtió en lo que llamamos líquido, cuya forma solidificada es esta tierra misma.

Esto quiere decir que nuestra familia se extiende más allá de la superficie de la tierra; toca los planetas, el sol, la luna y las estrellas. ¿Han oído que nuestras mentes operan según los movimientos de la luna en el cielo? El crecimiento y la disminución lunar causa crecimiento y disminución de los sentimientos y las emociones en la mente de la gente. Durante los días de luna llena y luna nueva, la gente generalmente se excita sin saber lo que en verdad le está sucediendo. En los días de luna llena, las olas del océano se levantan como si quisieran capturar la luna misma. La atracción gravitacional de la luna hace que el líquido del océano se levante en olas turbulentas.

No quiere decir que sólo el océano sea atraído por el poder gravitacional de la luna. La tierra entera es atraída. Debido a que la tierra es sólida, no se levanta como las olas del océano, pero aun así la atracción es uniformemente sentida por cada partícula de la sustancia material de esta tierra. ¿Qué decir de nosotros? Nosotros también somos atraídos. Si las aguas del mar son elevadas, cada célula de nuestro cuerpo también es elevada. Nos agitamos, nos perturbamos, nos alteramos y tenemos humor cambiante, y la gente que tiene una mente deficiente, no perfectamente normal, se comporta de forma errática, excitada y anormal durante los días de luna llena y luna nueva.

Lunático viene de la palabra luna. Decimos que una persona es lunática; tuvo una inlunación. Así como hay insolación, puede haber también inlunación. En este caso, hay una perturbación causada por la mente.

Astrológicamente, podemos decidir la condición de la mente de una persona según la ubicación de la luna en el horóscopo. ¿Dónde está situada la luna — en qué contexto, en qué rincón, en qué relación con otros planetas?

Basta decir que no simplemente existimos cómodamente aquí, independientemente en nuestras habitaciones cerradas. Hay que descartar esta idea. No nos pertenecemos a nosotros mismos. Si es cierto que tenemos que amar a nuestro vecino, tenemos que saber quién es nuestro vecino. Esta pregunta se le hizo a Jesucristo: “Maestro, usted dijo, ‘Ama a tu vecino como te amas a ti mismo’, pero ¿quién es mi vecino?”

¿Cómo sabes quién es tu vecino? Aquello que está próximo a ti; aquello que casi está tocando; aquello que es inseparable de ti, que te limita y condiciona, de quien recibes beneficio y por el cual tienes incluso cierto temor, ese es tu vecino. Te gusta tu vecino porque puede ser de tu ayuda ante ciertas condiciones; pero también le temes a tu vecino, porque puede contradecirte y vengarse, y comportarse de manera contraria a tus expectativas.


De modo que el vecino es un ser amigable y también algo temible. Tal es la naturaleza. Nada puede ser más amigable para nosotros que la vasta naturaleza, porque es la madre de la que hemos nacido. La sustancia misma de nuestro cuerpo está hecha de los cinco elementos — tierra, agua, fuego, aire y éter. Si ese es el caso, ¿cómo es que consideramos que existimos afuera de la naturaleza? Los mismos ladrillos de los que está construido este cuerpo nuestro son la sustancia de los cinco elementos.

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