lunes, 14 de noviembre de 2011

EL SISTEMA YOGA


CAPÍTULO 5

Continuación

Brahmacharya, o continencia, la otra gran regla, es tan difícil de entender como satya o ahimsa. En todos los casos de juicio moral, son necesarios el sentido común y una punto de vista integral. Muchos estudiantes de yoga piensan que brahmacharya es celibato o vivir una vida sin mujer. Aunque esto puede considerarse como una definición muy significativa de brahmacharya, la moral del yoga exige un brahmacharya del tipo más puro, que tiene un significado más profundo. El Yoga considera brahmacharya desde todos los puntos de vista, y no sólo en sus implicaciones sociológicas. Requiere una purificación de todos los sentidos. Dormir en exceso y la glotonería, por ejemplo, son faltas a brahmacharya. Esta no se rompe sólo por relaciones sexuales, sino por excesos de cualquier tipo, incluso llevando una vida de abstinencia sexual, con excesos tales como la gula, la locuacidad y, sobre todo, pensando en los objetos de los sentidos. Mientras que uno conserva la energía por una parte, ésta puede escaparse por otra. Dormir demasiado es un truco que nos juega la mente cuando nos negamos a satisfacerla. Comer y hablar en exceso es el desperdicio de la energía no canalizada. La contemplación de los objetos de los sentidos puede continuar incluso cuando están físicamente lejos. Brahmacharya es conservar la fuerza con el propósito de meditar.'La pregunta es: ¿Se siente fuerte por la conservación de la energía? Brahmacharya se prueba por la fuerza que uno reconozca en su interior. La virtud no es para ser exhibida, sino para utilizar la energía conservada con un propósito más elevado. La actividad innecesaria de los sentidos derrocha la energía. El Chhandogya Upanishad dice que en la pureza de las cosas que pensamos, hay pureza del ser. Al ver, oír, saborear, oler y tocar, debemos contactar solo cosas puras. Un solo sentido dejado sin control, puede anular los efectos del control ejercido sobre los otros sentidos. Como lo señala el Mahabharata, por constante pensamiento nos convertimos en aquello con lo que nos asociamos, nos convertimos en aquello a lo que servimos por largo tiempo y, nos convertimos en lo que deseamos. Brahmacharya es, por lo tanto, un acto de total autocontrol. El Brahmacharin siempre es prudente. Y nadie debe ser tan osado como para imaginar que está totalmente puro y a salvo.
La práctica de brahmacharya como voto de abstinencia de toda indulgencia de los sentidos, particularmente en su aspecto psicológico, y una estricta fijación en la pureza personal, genera armonía en las funciones vibratorias del cuerpo, nervios y mente, y el Brahmacharin alcanza lo que, incluso él mismo, puede considerar como una maravilla. Brahmacharya a menudo es considerado como el rey de los principios, que encarna en sí mismo todas las demás virtudes o valores morales. En su observancia, no obstante, se debe tener cuidado, no solo de evitar la indulgencia de los sentidos y los devaneos mentales, sino también de liberarse de las complicaciones que puedan seguir, así como de las satisfacciones a las cuales uno puede recurrir como consecuencia de la frustración del deseo.

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