viernes, 13 de julio de 2018

IMPORTANCIA DE ESTAR SOLO


Capítulo 7

Es muy difícil tener un concepto claro del propio propósito en la vida y éste es precisamente el factor que va a generar éxito en yoga. Una mente revuelta no es apta para yoga. Nosotros no estamos chapoteando en cierta actividad confusa cuando emprendemos la vida espiritual. No puede haber un emprendimiento más serio que adoptar el sendero espiritual; mientras que es difícil entender lo que en verdad significa, es muy fácil mal entenderlo, mal aplicarlo y malinterpretarlo que ir de cabeza en una dirección que uno puede confundir con el movimiento correcto que tiene que tomar.

Un discípulo sincero, un buscador, un día me preguntó: “Si tengo que entrar al Absoluto, ¿qué sadhana debería practicar?” Aunque aprecié mucho la pregunta, también sentí la seriedad envuelta no sólo en la pregunta misma sino en el fondo de todo el proceso de pensamiento en esta conexión. Mi respuesta a esta pregunta fue inmediata: “Tienes que fundirte en líquido y unirte con todo. Esta es la sadhana que tienes que hacer si quieres entrar hoy al Absoluto.” Pero, ¿quién está preparado para fundirse en líquido? Somos duros como piedra. Ni siquiera la piedra es tan dura como nosotros. Nuestros apegos son muy intensos; ni las cadenas de hierro son tan fuertes como nuestro apego. Pero somos personas auto-engañadas, bajo la noción de que no tenemos apegos. Estamos inmersos en un cenagal, pero bajo la impresión de que estamos caminando por un camino trillado que nos lleva directo hacia Dios.

La sadhana principal para entrar al reino de Dios es el desapego — estar libre de apego. No se necesita nada más. Estar libre de apego es algo desconocido para nosotros. El gran Patañjali propone, en sus aforismos de yoga, un proceso gradual de desapegarse de las apariencias. El apego no es otra cosa que conexión con apariencias y nosotros estamos conectados en miles de formas con ellas. Nuestros apegos no son con respecto a una o dos cosas, o a unas pocas cosas solamente. Estamos atados con una red de múltiples relaciones. Algunas de ellas son conocidas para nosotros conscientemente, en nuestra mente, todos los días, pero muchas de ellas son desconocidas para nosotros.

Hay que recordar que una de las condiciones esenciales del buscador de yoga es ekantavasa o aislación, soledad. En estos días, maestros inexpertos dan nociones erróneas a la gente diciendo que podemos estar en el medio de una ciudad y aún practicar sadhana. Aunque esto parece muy bien y suena bien como teoría y doctrina, es una total imposibilidad cuando en verdad tratamos de practicarlo. Los maestros de la antigüedad que dijeron que la soledad es necesaria no eran tontos. Aunque al final, en la consumación, puede ser posible que encontremos un bosque solitario en la densidad de la ciudad de Nueva York, la consumación no debería ser identificada con el comienzo. Sería como poner el carro delante del caballo.

En conexión con esto, recuerdo una analogía muy hogareña de Shri Ramakrishna Paramahamsa. El fuego consume ghi. Cualquiera sea la cantidad de ghi que pongamos en el fuego será quemado por éste. Sí, esa es una gran verdad, algo que todos conocemos. Pero supongan que echamos un montón de ghi sobre una chispa de fuego, ¿la chispa quemará el ghi? El fuego mismo se extinguirá. Primero, el fuego debería convertirse en un gran incendio. Luego, podemos agregar todo el combustible del mundo en él y lo reducirá a cenizas. Nuestro fuego de aspiración será entonces capaz — sólo entonces, no antes — de quemar toda la suciedad y el polvo de este mundo incluso si se le arroja éste en grandes montones. Cuando sólo somos una chispa luchando por abrirse camino que no ha sido capaz siquiera de dar el primer paso de yoga, si todo el peso del mundo fuera cargado sobre nosotros, ¿qué sucedería? No podríamos enfrentarlo. Seríamos pulverizados.

Es por eso que no deberíamos, desde el comienzo mismo, el principio, cometer el error de creer que somos maestros, que podemos enfrentar al mundo. Ni siquiera un Arjuna pudo enfrentar a las fuerzas Kauravas. Eran terriblemente poderosas. El mundo no es tan simple como parece ser. Es un feroz oponente ante nosotros, capaz de dejarnos patas para arriba inmediatamente si no somos lo suficientemente cuidadosos acerca de ello.

A Shri Aurobindo, el gran yogui, le gustaba decir que hay tres procesos en la práctica de yoga: Retirada, inmersión y elevación. Esos eran sus conceptos de los tres procesos en la práctica de yoga. Al comienzo, no podemos sumergirnos en Dios, aunque esa sea nuestra intención final. No deberíamos pensar, “Estaré en medio de las atracciones, las oposiciones, etc., y luego me sumergiré en mi objetivo espiritual”. Al principio, se necesita abstracción, retirada y renuncia. Aunque la retirada no es el fin último de yoga, es una parte muy necesaria de yoga. La aislación se hace incluso en los tratamientos médicos, aunque no significa que debamos estar aislados para siempre, a lo largo de toda nuestra vida. El propósito de la aislación es curarnos de nuestra enfermedad, y cuando estamos saludables, bien, nos podemos mover entre otros.

La mente está acostumbrada a gozar a través de los sentidos. Satisfacción es lo que estamos pidiendo y buscando en todo momento de nuestra vida. Queremos placer, satisfacción; no queremos ninguna clase de dolor u oposición. Nuestros sentidos y nuestra mente son usados para una vida relajada, donde siempre cedemos incluso a la menor presión de los instintos más bajos en nuestro interior. Aprovechamos incluso la primera oportunidad que se nos da para la satisfacción. Si hay una oportunidad para la indulgencia, seremos los primeros en aprovechar esa situación. No nos detendremos a pensar, “¿Es necesario para mí? ¿Por qué debería ir por eso? ¿Es necesario o innecesario?” Nosotros pensamos que los placeres nunca son innecesarios; son siempre necesarios, y cualquier cantidad de placer será bienvenida. Nunca vamos a decir que hay un exceso de placer; tal cosa nunca puede suceder. No ha sucedido nunca que pensemos que las satisfacciones han sobrepasado sus límites, porque ellas nunca pueden ir más allá de sus límites. Hemos crecido en tal atmósfera. Hemos nacido en tal condición y vivimos en ella.

¿Cómo va a ser posible para nosotros ser renunciantes, retirarnos de las apariencias, cuando éstas son parte de nuestra vida? Vivimos en un mundo de apariencias. Somos cuerpos exteriorizados, ocupados en cuestiones innecesarias. Exterioridad es la textura de nuestra vida. Parāñci khāni vyatṛṇat svayambhūḥ (Katha 2.1.1), dice Kathopanishad. El Creador Mismo proyectó los sentidos hacia el exterior, por así decir, de modo que ellos nunca pueden pensar en nada que no sea en términos externos. Nuestros pensamientos están exteriorizados, nuestras percepciones están exteriorizadas, nuestros juicios están exteriorizados y nuestros gozos están exteriorizados. En este mundo, no hay otra cosa que no sea exterioridad. El mundo entero de la creación es una escena de externalización que se vuelve cada vez más intensa, cada vez más complicada e involucrada; eso se llama samsara. Pero yoga es el proceso contrario, un movimiento por la corriente de retorno.

Por lo tanto, lo primero que tenemos que hacer es encontrar tiempo para estar solos. No nacimos en este mundo con amigos, esposos, esposas e hijos, con cuentas bancarias o relaciones de cualquier tipo. Nacimos desnudos, sin una tira de tela sobre nuestro cuerpo y sin nadie que pudiéramos llamar propio; y ésta es también la misma condición en la que dejamos el mundo. Es sólo en el medio que hacemos un gran lío bajo la noción de que el mundo entero en nuestro. Así como vinimos, también nos vamos. La verdad se revela cuando nacemos y también cuando nos vamos. La irrealidad está en el medio, cuando estamos totalmente confundidos en nuestras cabezas.

Una vez, un gran pensador y místico lo dijo en un hermoso estilo: El sendero espiritual es el vuelo del solo al Solo. No es una multitud que va a Dios. Tal cosa es impensable. Es muy importante recordar que estamos solos en este mundo incluso ahora. Aún hoy, en este mismo momento, estamos solos.

Podemos tener la impresión de que tenemos muchos amigos a nuestro alrededor. Ésta es una noción falsa. Los llamados amigos y relaciones que tenemos a nuestro alrededor en la forma de seres humanos y posesiones de diferentes tipos son un falso entorno creado a nuestro alrededor para engañarnos y embaucarnos en el sendero equivocado. Esas posiciones, esos amigos, parientes, etc., no nos van a ayudar cuando estemos en un momento crítico o en tiempos de peligro, porque nuestra relación con la gente es artificial. Cualquier cosa que sea artificial no durará mucho. Nuestra conexión con otra persona en este mundo no es genuina, no es natural, no es orgánica; por lo tanto, no puede funcionar cuando llega el momento para ello. ¿Por qué es así? Esto se debe, para decirlo en una jerga muy filosófica, a que la conexión de un sujeto con un objeto es temporal. Es un ardid generado para la percepción sensorial y un sentimiento falso de satisfacción, y para generar un sentido de satisfacción para la individualidad conducida por el ego.

Un sujeto no puede estar conectado con un objeto, porque no hay medio de conexión. Hemos oído en lógica que “A” no puede ser “B” y “A” no puede estar conectada con “B” de modo alguno, en absoluto; y si hubiera un medio para conectar “A” con “B”, “B” dejaría de ser “B”; se conviertiría en una parte de “A”. El sólo hecho de que consideremos a otra gente como “otros” muestra que ellas no están relacionadas con nosotros esencialmente. De otro modo, ¿por qué los consideramos como otros? La cualidad de otro es el rasgo que desconecta todo de todo lo demás y, aún así, tenemos la impresión de que somos un total de amistad, hermandad, etc.

Hay rasgos peculiares en nosotros, en cada uno de nosotros, lo cual puede manifestarse en cualquier momento y puede afectar y destruir incluso la mejor amistad y relación. Ahora mismo, yo me puedo comportar con ustedes de manera tan hostil que ustedes no querrían ver mi cara a partir de mañana. Con todo el respeto que tienen por mí, yo me puedo comportar con ustedes de tal forma indeseable que ustedes no me verán otra vez. Pero la gente no conoce estas cosas e incluso si las conociera, no querrían revelarlas, debido a lo que llaman, “seguir en el mundo”. No hay tal cosa como verdadera amistad en este mundo. Es un nombre inapropiado. Pero nosotros estamos atrapados en este reto de noción errónea, de creencias tontas de que el mundo nos apoyará y nos ayudará, y de que tenemos muchas cosas a nuestra disposición. Yoga quiere poner fin a esta falsa creencia y llamar las cosas por su nombre, como dicen.

Debe salir la verdad tal cual es. La enfermedad debe ser extirpada desde sus raíces y es inútil decir, “Todo está bien, todo está bien. El paciente está mejorando.” No está mejorando. Estamos haciendo una afirmación falsa. Se está preparando para partir, aunque decimos que está mejorando. Eso es lo que estamos diciendo con respecto a todo en este mundo, incluyendo nosotros mismos. Somos criados y educados bajo falsas condiciones y esa falsedad se ha convertido en parte de nuestra naturaleza. No sabemos qué es la verdad ni tampoco le queremos, porque la verdad es lo más amargo en el mundo. Yoga parece algo muy amargo, indeseable y aterrorizador cuando en verdad tratamos de entender lo que es, porque nuestras dulces relaciones de leche y miel parecen esfumarse sin dejar rastro en el momento en que entramos en la llamada amarga atmósfera de yoga. Pero esta amargura es necesaria porque es la amargura del medicamento que va a curar nuestra enfermedad, nuestra afección.

¿Por qué parece amargo siendo que va a hacer bien después? Esto se debe a que es aparentemente lo opuesto de las falsas nociones de satisfacción implantadas en el ego en nuestra llamada individualidad corporal. Aquí hay una pregunta simple: ¿Pueden sentarse absolutamente solos en su habitación por un solo día sin hablar con nadie, sin ver el rostro de nadie? Sólo por un día, no vean el rostro de nadie ni hablen con ninguna persona. Solo vean su condición. Serán como un pez fuera del agua. Es un horror estar así. Al siguiente día parecerán medio locos porque en todo el día no han visto a nadie ni han hablado con ninguna persona. Esto muestra el material del que estamos hechos, cuál es en verdad nuestra sustancia. Estamos huecos, sin ninguna sustancia real propia. Si tuviéramos una sustancia propia, estaríamos más felices cuanto más solos estamos. Esa es la prueba del progreso en espiritualidad: ¿Estamos felices cuando estamos solos o nos sentimos miserables?

Nuestra verdadera naturaleza es Soledad en un sentido muy, muy especial. No es una soledad física en la que estamos hablando aunque, después de todo, ésta también tiene cierto significado, en un estado en particular. Es una clase de soledad que aumenta su intensidad y expansión en la medida en que continuamos avanzando más y más en la práctica de yoga. Al comienzo, es una pequeña soledad, casi identificable con nuestra soledad física corporal a la que hice referencia cuando dije que traten de estar solos en su habitación; pero ese no es el verdadero significado de Soledad. Ésta tiene una connotación psicológica más profunda y, finalmente, un significado espiritual muy profundo.

Dios es la Soledad Suprema, para decirlo en términos apropiados. Él no tiene amigos. Dios no tiene asistentes, secretarios, ejército o policía; Él no tiene nada que pueda llamar propio. La Soledad Suprema es Dios Mismo, pero Su Soledad es diferente de la soledad que nosotros podemos pensar en nuestras mentes. Porque Dios es todo, llamamos a esa totalidad una clase de Soledad en un sentido muy especial, el cual no es fácil de entender para nosotros. Pero esa supremacía universal de la Soledad está reflejada en nuestra vida diaria y pide reconocimiento todos los días, a cada momento de nuestro tiempo.

Cuando estamos disgustados con las cosas, algunas veces nos gusta estar solos. A menudo, pareciera que estamos hartos de las cosas, por varias razones. Entonces no queremos hablar con la gente. En ese momento, aparece nuestra verdadera naturaleza. Si hemos perdido todo, no queremos hablar con la gente en ese momento. Nuestra verdadera naturaleza se manifiesta si oímos que alguna catástrofe ha sucedido y que nuestros parientes han muerto en un accidente, toda nuestra propiedad se ha perdido y lo que sea que consideramos nuestro ha sido llevado por poderes que están más allá de nuestro control. Entonces, no queremos hablarle a la gente. Nos gustaría encerramos en una habitación y llorar. Ese encerramos en una habitación y llorar es, en última instancia, nuestra naturaleza esencial. Eso es lo que nos va a suceder algún día. Cuando nacimos, lloramos; cuando nos vayamos, también lloraremos. En el medio, sonreímos como si todo fuera hermoso.

Ahora, es muy importante que pensemos en esta cosa peculiar de la que estoy hablando, esta soledad, y es muy esencial que la entendamos. Como mencioné algunos días atrás, en la práctica de yoga hay un intento de salir gradualmente de las relaciones, comenzando primero con las apariencias y moviéndose más tarde hacia el interior. De allí que se mencione en el Bhagavad Gita, viviktasevī laghvāśī yatavākkāyamānasaḥ (Gita 18.52): “Recurre a lugares aislados”. Este recurrir a lugares aislados es lo primero en yoga; todo lo demás viene después. Sentarse en una postura practicando pranayama y meditación es posterior. Primero nos tenemos que encontrar en un estado de soledad.

Inicialmente, se puede hacer esto tratando de encontrar tiempo para estar solo, al menos una hora todos los días, sin hablar con la gente. ¿Pueden estar solos, al menos una hora al día? Esto es lo menos que uno puede esperar de ustedes. Tomen la decisión; hagan un voto: “Durante una hora al día, no hablaré con nadie”. Pero si están tentados de hablar con la gente, entonces al menos cierren su puerta de modo que nadie entre y no haya posibilidad de hablar. Durante una hora el día, no abran la puerta. Ustedes estarán adentro de su habitación y nadie entrará allí en ese momento. Se podrán preguntar, “¿Qué voy a hacer durante una hora?” Lo que sea. Puede que al comienzo no sean capaces de hacer nada. Que así sea. No hagan nada; sólo estarán mirando el reloj para ver cuándo termina esa hora. Incluso si eso les sucede, no importa; no abran la puerta por una hora.

Muchas veces, cuando hacen japa, se lo pasan mirando cuánto han completado del mala, porque están hartos de eso. Están cansados. Durante una hora al día, no abran la puerta; estén solos, lean el Gita, lean el Sermón de la Montaña, lean el Dhammapada, lean el Bhagavata, lean el Ramayana o hagan lo que quieran. Incluso pueden cantar y danzar si quieren, pero no abran la puerta. Gradualmente, se acostumbrarán a esa forma de vivir solos durante una hora. Luego, más tarde, pueden hacer algo positivo y sustancial durante esa hora en vez de solamente esperar que pase. Pueden recitar un mantra o un nombre divino — en voz alta, no mentalmente. Canten el nombre divino durante una hora o reciten en voz alta los versos del Bhagavad Gita. Se puede poner en práctica algo noble durante ese tiempo. Paulatinamente, deberían incrementar el tiempo. Generalmente, se acepta que cuando uno puede estar solo durante tres horas continuadas, puede decirse que ha dominado esta técnica de la soledad hasta un punto apreciable; y cuando puede sentarse en una postura durante tres horas continuadas, se dice que ha logrado lo que se llama asana jaya — esto es, perfección en asana.

Si uno puede sentarse en una postura durante tres horas continuadas, eso es perfección. Si puede estar solo durante tres horas continuadas, eso es un gran logro. Pero todo eso no es más que aislación física. Hay muy poco de elemento espiritual en ello, porque incluso si uno está solo durante una hora, durante dos o tres horas, su mente puede estar vagando por las tiendas y pensar en toda clase de cosas. Aun si ese es el caso, estén físicamente solos por una hora, dos horas, tres horas.

Después de aprender a estar solo físicamente, hay que tratar de estar sólo psicológicamente. Éste es el siguiente paso en yoga. La soledad psicológica es una técnica más difícil que la soledad física. Pueden encerrarse en su habitación, cerrar con llave la puerta y estar físicamente solos, pero no pueden cerrar con llave la puerta de la mente — al menos, eso es muy difícil. No pueden mantener a la mente en un armario y decirle que no vea a nadie, que no hable con nadie y cosas por el estilo. La mente no escuchará ese consejo. Aunque ese retiro, ese aislamiento, esa soledad, pueda ser practicable hasta cierto punto, la soledad mental es casi una imposibilidad para mucha gente. En última instancia, es soledad mental lo que estamos buscando mediante ese habituarse a la soledad física al comienzo.

Desde el estado de desapego físico, una pasa a un estado de desapego mental. Como dije, yoga es esencialmente liberarse del apego; y al comienzo, tiene que tomar la forma de desapego físico, aunque ese no sea el verdadero yoga. El desapego físico no es suficiente porque uno puede estar mentalmente apegado y eso es peor. Pero, ¿cómo se puede llegar a un estado de desapego mental? Como el ejemplo que les di el otro día de liberar su ropa de las garras de las espinas en una jungla, esta personalidad, que es mente y cuerpo combinados, tiene que ser gradualmente liberada de las garras del apego — primero, mediante el desapego físico y luego, mediante el desapego psicológico. 

Entonces, al comienzo es necesario estar libre de la atmósfera de las tentaciones físicas, las atracciones, los apegos, etc. no vivan en lugares donde puedan ser físicamente tentados, atraídos, distraídos o seducidos. Deberían evitar tales atmósferas. Eso es lo menos que uno puede hacer, porque eso es absolutamente esencial antes de poder intentar el arte superior de liberarse de los apegos mentales.

¿Por qué van a los ashrams? Ustedes van a monasterios, catedrales conventos y demás. ¿Cuál es el propósito? El propósito es volverse físicamente incapaz de ser tentado o distraído por canales no deseados, porque la atmósfera y las condiciones de un monasterio o una atmósfera monástica son tales que uno está físicamente impedido de ir por el mal camino, aunque mentalmente pueda ser indulgente. Nadie puede controlar a la mente. Mentalmente, uno puede estar haciendo las peores cosas pero aún así, físicamente, puede estar completamente restringido en sus movimientos hacia la indulgencia. Pero una limitación prolongada del movimiento físico hacia direcciones erróneas será altamente contributiva para la práctica más importante en la que uno se debe embarcar — a saber, la liberación de la mente del pensamiento en objetos y su apego a los mismos.

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